Saturday, February 23, 2008

YO, FRANCO. El porno canalla (y otras historias)


Uno de esos rudos amigos de Hunter Thompson que no temen disparar dentro de sus casas y volar en pedazos latas de cerveza, se refería a él con el mote de «gonzo» y con eso quería decir que Hunter era de esos seres que tienen la mente peor que los locos. Y acaso Hunter la tuviera cuando golpeaba a su mujer preñada de seis meses o cuando pasaba un canuto, lo dejaba caer e incendiaba a un candidato entrometido en el derby de Kentucky. O sea Hunter era un maldito y auténtico gonzo.

Pero no quiero estancarme en Hunter y referirles sucesos como aquel en que se vio envuelto, la bestial paliza a manos de los Ángeles del Infierno, esa legendaria pandilla de Los Ángeles que inspiró una película maldita y pastosa, The Wild Angels, en la que Peter Fonda era el líder y Bruce Dern, el papá de Laura Dern, la víctima, haciendo el papel de un cuerpo que los Ángeles pasean por el altar de una iglesia al que besan, manosean y adornan con unas gafas de aviador no más que para babearse en sus barbas. Quizá durante ese rodaje el cadáver, estoy hablando de Bruce Dern, concibiese a Laura Dern porque Diane Ladd también fichaba en la película y ella era la mamá. Es probable, muy probable, aunque no he comprobado fechas y días. Les decía que los Ángeles del Infierno hicieron papilla a Hunter porque después de unirse a la banda comenzaron a sospechar que era un chivato y a los chivatos ellos simplemente los pasaban por la piedra. Así que lo pasaron por la piedra, así lo hicieron. O aquella otra historia que recuerda a Hunter creando un tipo de golf en que el jugador dispara a las bolas de su adversario para evitar que vayan a parar a los hoyos, qué buen golf. En fin, podría pasarme horas contando historias de Hunter y su furia, pero hoy que lo he visto pasar en su Tiburón rojo, el Cadillac convertible que se pavonea por el celuloide de Pánico y locura en Las Vegas, entre tanto Johnny Depp y tanto Benicio del Toro y sus autos, recuerdo aquello de lo que venía a hablarles y es el porno que a Hunter le hubiese gustado ver, ese que han bautizado con el mismo nombre del periodismo que él inventó, «gonzo», «porno gonzo», ese que el muy vil de Jules Jordan dirige y que consiste en volver participante de la acción y el matadero al camarógrafo, al iluminista, al maquillador, al director, seguro lo han visto, ese porno cansado de las quejas por una trama que no necesita y que ha hecho de la actriz-cámara su verdadera trama y por eso, o quizá a pesar de eso, funciona en tiempo real, en tiempo realmente salvaje. De eso les hablo, de ellas dándose la vuelta y observando la cámara, de ellas charlando con el que respira aparatosamente detrás de la lente y oyendo lo que él narra, de esas fulanas festejando y riendo y a fin de cuentas copulando sin contemplaciones. Después, después ustedes saben, sangre, babas, meados y todo lo demás. Este porno superreal le hubiese gustado a Hunter, tan bestia él mismo. Sobre eso quería hablar, de eso.

Creo.

1 comment:

Anonymous said...

Excelente artículo, me ha puesto cachondo.